Las plataformas digitales presentan una versión idealizada de la vida, lo que fomenta comparaciones constantes entre los jóvenes y puede desencadenarles problemas.
Hoy existen diversas redes sociales para compartir contenido variado y hay más de 5.170 millones de personas que las utilizan alrededor del mundo. No obstante, su uso excesivo también presenta ciertos riesgos que afectan directamente la salud mental.
Esto genera preocupación, sobre todo, porque las redes sociales representan el refugio de muchos jóvenes que no tienen las herramientas necesarias para manejar, por ejemplo, comentarios negativos. Al respecto, la Dra. Francesca Mateo, médico psiquiatra y directora de Catártica, centro especializado en psicología y psiquiatría, advierte sobre los efectos perjudiciales que estas plataformas pueden tener y comparte recomendaciones clave para un uso equilibrado.
Los riesgos de las redes sociales
Según la Dra. Mateo, las redes sociales presentan una versión idealizada de la vida, lo que fomenta comparaciones constantes. Como consecuencia, puede desencadenar problemas como ansiedad, depresión, inseguridad, baja autoestima y una insatisfacción personal crónica.
“Las personas, especialmente los jóvenes, sienten presión por mantener una imagen perfecta y buscar validación a través de ‘me gusta’. Esto no solo afecta su bienestar emocional, sino que también puede derivar en trastornos de la imagen corporal, como la dismorfia corporal o los trastornos alimentarios”, afirma la especialista.
En ese sentido, el uso excesivo de filtros y la exposición a estándares de belleza irreales agravan este problema. Ante ello, la doctora recalca la importancia de establecer límites, moderar el uso de filtros y priorizar interacciones cara a cara que refuercen la autoestima y promuevan una aceptación genuina de la propia imagen.
El impacto del FOMO en la salud mental
Otro fenómeno es el FOMO (“miedo a perderse algo”, en español), que puede provocar irritabilidad, insomnio, así como dificultades para concentrarse. Esta necesidad constante de estar al tanto de lo que ocurre en las redes sociales puede llevar a interrupciones en las actividades cotidianas, afectando el rendimiento laboral o académico e incluso reduciendo el tiempo de descanso.
“El FOMO también puede generar un estado de alerta constante, que impide a las personas relajarse y disfrutar plenamente de las experiencias del momento”, explica la Dra. Mateo. Como patrón de comportamiento, puede derivar en fatiga emocional, sentimientos de frustración y una sensación de desconexión real a pesar del uso intensivo de plataformas digitales.

Además, el uso excesivo de estas plataformas puede evolucionar hacia una adicción. “El diseño de las redes sociales está pensado para generar liberación de dopamina, lo que crea un ciclo de recompensa instantánea y, en casos extremos, una dependencia emocional similar a la adicción a sustancias”, detalla la doctora.
Por eso, la Dra. Mateo insta a quienes ya experimentan síntomas como ansiedad, depresión, baja autoestima o adicción vinculados a lo expuesto a buscar orientación profesional. “No se trata solo de reducir el tiempo en línea, sino de comprender las raíces del malestar emocional y trabajar en ellas con la ayuda de un experto. Un profesional en salud mental puede ofrecer herramientas personalizadas para gestionar estos desafíos y construir una relación más saludable con la tecnología”, concluye.