El miedo a ser audaz, a equivocarse y salir lastimado es lo que evita los más grandes éxitos en la vida. Siempre merecerá la pena arriesgarse antes que quedarse con las dudas eternas. Y aunque no podemos ser irresponsables con lo que estamos arriesgando, no hay nada peor que el clásico “y qué hubiera pasado si…”.
Así como en la vida, en el marketing el mercado no espera. Si aguardamos hasta “estar preparados”, nos la pasaremos esperando el resto del ciclo de vida de nuestro producto. Como marketero, y sobre todo como un intrépido entusiasta, estoy convencido de que si algo no se debe hacer jamás es permitir que tu marca caiga en la autocomplacencia rutinaria. La rutina es el hábito de renunciar a pensar, a innovar, la mayoría de veces, por temor a equivocarse o por conformarse con lo que se está haciendo porque “es suficiente para estar bien”. Aún en mercados maduros, con liderazgo concentrado y consolidado, las marcas que son verdaderamente grandes no tienen miedo de arriesgarse para inyectar dinamismo.
Un gran ejemplo de ello es Tide. Por si no lo sabías, esta referente de P&G es una de las marcas de detergentes más vendida del mundo. Introducida hace más de medio siglo, hoy goza de un 14% del share global gracias a sus intrépidos movimientos. Sin embargo, por casi 60 años se mantuvo en el terreno de los detergentes y blanqueadores tradicionales. Aunque siempre tratando de perfeccionar su formulación, Tide no se arriesgaba a sacar un producto que logre romper los paradigmas del mercado y que, asimismo, incremente el consumo. No fue sino hasta 2005 que Tide se aventuró al punto de acelerar el corazón de cada uno de sus consumidores. Lanzaron el Tide to Go, una extensión de marca que consistía en un lápiz removedor de manchas, con efecto inmediato, que permitió a los usuarios eliminar o retocar las manchas de ropa en cualquier lugar y en cualquier momento del día.
En el mercado peruano también somos afortunados de disfrutar de marcas tradicionales que, en los últimos años, han decidido ser libres y arriesgadas para regalarnos espléndidas innovaciones. Una de estas empresas es Costeño. La compañía, constituida en 1996, ha oficializado por redes sociales hace muy poco el más reciente fruto de su osadía: galletas de arroz marca Costeño. Una magistral extensión de marca, alineada con las necesidades del consumidor actual, y que no hubiera sido posible si los ejecutivos de la marca le tuvieran miedo al éxito.
Si tienes el suficiente sustento, si el consumidor lo pide, si tu corazón marketero te dice que sí pero tu mente te pone trabas, si tienes miedo porque en el pasado una de tus propuestas no funcionó, entonces es el momento de arriesgar. ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Los emprendedores se equivocan tanto que terminan acertando, mientras que las grandes organizaciones por tanto evitar fallar terminan fracasando.
Si todo parece bajo control, no estás yendo lo suficientemente deprisa. En la vida o en el marketing, cuando el mar está muy calmo, significa que no estás tomando los riesgos que deberías. Es normal evadir el riesgo, debido a la incertidumbre, pero en un entorno cada vez más cambiante si te mantienes estático mueres. Siempre puedes estar mejor.
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