“Trol” viene del nórdico “troll”, que es el miembro de una temible raza mítica antropomorfa, del folklore escandinavo, a veces se dice que son gigantes malignos; son los ogros de los cuentos de hadas, que viven bajo tierra, raptan seres humanos y roban.
En los foros de internet y en las redes sociales, un “trol” es un usuario que publica mensajes ofensivos, fuera de lugar y provocativos, con el fin de molestar, llamar la atención o boicotear las conversaciones.
Esto no lo he inventado yo, sino que es información de Wikipedia y creo que es bueno aclararlo porque seguramente algunos no conocen de donde proviene el término, que es usado profusamente hoy en día, ya que los “trols” (en realidad “trolls”), aparecen como un fenómeno de la comunicación. Un fenómeno bastante maligno y negativo, hay que decirlo, de personas que ocultan su verdadera identidad, amparándose en un anonimato oscuro para “atacar” públicamente aquello con lo que no están de acuerdo. Hasta aquí, los “trols” individuales, pero lo que existe son “granjas” de “trols”, que en realidad son cuentas de internet robotizadas (“bots”), que actúan reunidas, “en mancha”, en grupo, como verdaderas hordas, para atacar, desprestigiar, burlarse o difamar y que son contratadas por alguien que orquesta estas acciones para aprovechar así la diseminación de sus mensajes por las redes. Es decir, hay un pago de por medio y una acción deliberada.
Desde todo punto de vista, las acciones de los “trols” son negativas y están destinadas a causar daño, aduciendo opinión, que no es otra cosa que un elemento de ataque, totalmente cobarde, pues se oculta bajo la sombra del anonimato.
Este es un fenómeno que daña la comunicación, deformándola siendo el equivalente moderno y “electrónico” del viejo “Miente, que algo queda”, atribuido a Goebbels, ministro de propaganda del III Reich.
Al hostigamiento que causan los “trols”, se le llama “trolear”, que también podría interpretarse como “mentir”, si nos atenemos a que “trola”, en lenguaje coloquial, en España, significa mentira, embuste, engaño y finalmente, en el habla popular peruana, se le suele llamar “trola” al pene, al órgano sexual masculino …
El hecho es que un gigante maligno de origen nórdico, se transforma en acosador electrónico de internet y las redes sociales, sin perder su condición; es algo curioso, pero que –repito-daña la comunicación, llenándola de mentiras, de “fake news”, de verdadera basura, que lo que busca es engañar.
Comunicación “limpia” es lo que necesitamos para entendernos, pero tal vez eso sea mucho pedir.