El poder de la publicidad se basa en la persuasión y esto último, significa el convencer a una persona mediante razones o argumentos. La palabra persuadir viene del latín persuadere (inducir, convencer por completo, aconsejar) verbo formado con el prefijo per- (acción perfectiva o completa) y el verbo suadere (aconsejar, invitar a algo exhortando con palabras suaves, recomendar como bueno).
La publicidad no emplea la fuerza sino la razón. Actúa en los seres pensantes. En los seres humanos, que son racionales; por tanto debe ser racional, lo que no quiere decir que este núcleo “duro” no esté revestido de creatividad, que mientras más atraiga, mejor. Pero no puede ser pura “envoltura hueca, como una linda caja que tiene colores brillantes por fuera, sin nada en su interior.
Desgraciadamente, hay mucho a lo que se le llama publicidad y no lo es. Un simple cacareo y agitar de alas, puede llamar la atención, pero si es solamente bulla, música, palabras e imágenes y no hay un mensajes racional detrás de lo llamativo
La publicidad, repito, debe convencer y esto no es vender. Venden los profesionales de la venta, es decir, los vendedores. La publicidad atrae, convence y da razones.
Lo demás, solo, no son sino fuegos artificiales.