Mejor percepción de la marca y conexión con los productos, los nuevos catálogos tienen grandes efectos en el público y el posicionamiento de sus productos
El Círculo de Lectores en España fue uno de los principales motores de búsqueda literaria en el país y una referencia directa a los amantes de la lectura clásica, moderna e infantil desde la segunda mitad del siglo XX, distribuía sus títulos usando catálogos y, posteriormente, llevaba el pedido hasta la casa del lector; sin saberlo, avecinaba el ecommerce antes de que llegara.
En noviembre del 2019, la librería- editorial anunció el cierre de su sello y red comercial, apabullado por las nuevas tendencias y esa fascinación de los usuarios hacia la compra en línea. Su despida no solo oficializó el fin de un siglo de trabajo, sino la profunda crisis de la venta por catálogos.
Los consumidores ¡ya no usan los catálogos para comprar! sino que han modificado sus hábitos de consumo hacia nuevas tendencias que no incluyen el tradicional método.
Pero, ¿cómo ha enfrentado el mundo del marketing esta desidia? El ingenio que caracteriza el sector ha hecho mano con los catálogos y, paralelamente, lo han unido en una especie de revival como herramienta marketing, el secreto: los consumidores ya no esperan lo mismo de ellos y las marcas y empresas han cambiado la utilidad que le dan.
La nueva identidad de los catálogos
Por suerte, los catálogos ya no son una forma de vender productos o presentar cosas específicas, ahora son un escaparate de marca y la mejor forma de transmitir sus principios y valores. Es decir, que ahora pasó a ser un elemento más de marketing de contenido, orientado a posicionar las marcas o productos.
Por ejemplo, la marca de muebles y accesorios para el hogar Ikea, ha entendido muy bien la nueva identidad de los catálogos, usándolos para mostrar las nuevas tendencias de decoración y dibujar el hogar soñado para los consumidores. Atrás quedaron los tiempos en que mostraba sus productos con fines comerciales.
Un estudio de Harvard Business Review demuestra cómo las cifras de distribución de los catálogos en los Estados Unidos ha comenzado a ascender desde el 2015; aumentando su aceptación a un 170%.
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Compañías tradicionales de retail, como Nordstrom o Patagonia, apuestan por ellos de manera digital, mientras que el gigante del ecommerce, Amazon, ha lanzado catálogos impresos; de hecho, en navidad distribuyó en Estados Unidos un catálogo de juguetes para posicionar productos en el público infantil.

¿Por qué están volviendo?
El análisis de Harvard Business Review es muy claro en esto, los datos demuestran que los consumidores desean recibir los catálogos por correo tradicional, pero también por razones relacionadas a la psicología del consumo.
Pues a diferencia del bombardeo de marca que reciben por las redes sociales, los catálogos son menos efímeros y el público puede verlos cuando gusten o las veces que prefieran.
Además, el análisis señala que los catálogos permiten que se perciba el producto de un modo más vivo, es más fácil visualizarlo e imaginarlo, aumentando así la conexión con el producto. Por tratarse de un material impreso, al tocarlo, intervienen más sentidos a la hora de construir una imagen de marca.
No son los mismos catálogos de hace 20 años
El estudio señala que ahora las marcas están más pendientes de la presentación de sus catálogos, procurando que existan un arduo trabajo detrás de cada impresión: imágenes de calidad y una presentación creativa del producto, cuidando el diseño y la parte editorial.
En este sentido, los catálogos de la casa de moda francesa Hermes, son hechos casi como una revista de arte y literatura, pues el catálogo se convierte en una experiencia y algo que refuerza la percepción de la marca.
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