Ni los 950 millones de dólares que pagaron los Glazer por el Manchester United, ni los 330 millones que pagó Arabia Saudí hace unos meses por el Newcastle United se acercarán a los 3.300 millones que alcanzará el equipo de Stamford Bridge cuando se concrete su venta.
La desesperación de Román Abramovich por vender el club, debido a las presiones y sanciones del Gobierno británico y la Unión Europea, supuso que el precio del Chelsea se devaluara y se vendiera por debajo de su precio real. Nada más lejos de la realidad.
El club recibió hasta 300 ofertas, de las que solo 20 o 30 llegaron a formalizar ese interés. Ahora se ha reducido mucho más la caza de los ‘Blues’. Abramovich estimó un precio de venta de alrededor 3 mil millones de libras (3.300 millones de euros) y puede conseguirlo, aunque su interés no es tanto monetario, ya que no recibirá ni un euro de la operación, sino que espera que el club quede en buenas manos.
Entre los candidatos a quedarse con el club está la familia estadounidense Ricketts, dueña de Chicago Cubs, de la MLB norteamericana.
También en Estados Unidos, se juntaron Todd Boehly, que posee parte de Los Angeles Dodgers en béisbol y Los Angeles Lakers y Los Angeles Sparks en baloncesto, el suizo Hasjorg Wyss y Jonathan Goldstein, un triunvirato de millonarios con vínculos en Estados Unidos, Suiza y Reino Unido del que se duda por sus capacidades deportivas.
Por el camino cayó la oferta del promotor inmobiliario Nick Candy, que basó su puesta en la remodelación de Stamford Bridge, una de las dificultades en el suelo de Abramovich que tuvo que entregarse en 2018. Candy también prometió dar a los fanáticos más poder de atrevimiento, a través de apariciones en clubes, pero, según The Athletic, no dieron luz verde a su candidatura.
Lo mismo le sucedió a Saudi Media, perteneciente a la familia mediática saudí, que por supuestos vínculos con el gobierno del país, fue descartado como opción.