En un artículo de opinión, el experto en branding, Francisco Torreblanca, recuerda lo que hizo el rey Jorge V cuando en medio de la Primera Guerra Mundial, la familia real británica (de ascendencia alemana) mantenía su apellido alemán, país con el que se enfrentaba en la contienda.
Por Francisco Torreblanca, profesor del ESIC Business & Marketing School y director de Sinaia Marketing.
Desde que tengo uso de razón, ando oyendo hablar de la familia real británica. Unas veces, para bien, otras veces, para mal. Y es que ríos de tinta han hecho correr, no solo en los tabloides británicos, sino alrededor del mundo.
Por edad, quizá mis primeros recuerdos se remontan a los primeros años de casados de los príncipes de Gales. Unos príncipes de cuento por aquellos tiempos, pero que, en el caso de Carlos, se tornó en malvado, alargando esa sombra al resto de la familia, en gran medida.
Desde entonces, las luces y las sombras se han intercalado, alumbrando y ensombreciendo a la Royal Family, según los acontecimientos. Pero, a pesar de los avatares, ¿por qué la monarquía británica es una de las más queridas por sus súbditos? Su popularidad suele oscilar entre el 60 y el 80 por ciento, ¡algo que ya quisieran muchos políticos!
Una de las claves, las da el marketing, disciplina que pusieron en marcha, antes incluso, de su propia existencia como disciplina. Y no, no hablo de merchandasing. Si fueron los primeros en estampar la cara de sus miembros en juegos de tazas para el té, no lo sé.
Los tiros van por otro lado… Es algo que descubrí hace poco. Y me sorprendió. Al hilo del fallecimiento de la reina Isabel II, y la auténtica avalancha de contenidos sobre su reinado y la más reciente historia de la familia real británica, me topé con un interesante documental, que me descubrió que fueron unos maestros en poner en práctica la técnica de la que yo soy maestro: el rebranding.
El rey Jorge V y la Primera Guerra Mundial
La historia es la siguiente… Como ha sido la tónica habitual históricamente, la familia real británica está emparentada con otras familias reales europeas. Su ascendencia, concretamente, está ligada a la realeza alemana. Incluso, su apellido era alemán, Sajonia Coburgo-Gotha.
A comienzos del siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial, el rey Jorge V, a pesar de “ser británico de nacimiento, como su padre, su abuela, la reina Victoria, y los ancestros de esta”, según detallan en un interesante artículo sobre este asunto en National Geographic, mantenía el sello alemán de su apellido, lo que le condujo a una crisis de imagen y liderazgo entre sus súbditos, que luchaban contra Alemania en esta encarnizada contienda.
¿Cómo Jorge V revirtió esta situación? Cambiando su apellido. ¿Y qué ‘naming’ eligió? El de una de las residencias de la Royal Family, el castillo Windsor, “erigido por Guillermo I el Conquistador poco después de la conquista normanda y está ligado a la casa real británica desde el siglo XI”, explican en el citado artículo de National Geographic.
¿Y qué resultado se dio? La popularidad de la familia real británica mejoró. Cuestión de percepción…
Así, he aquí el quizá más exitoso rebranding de comienzos del siglo XX. Y es que si el branding es aquello que hacemos para crear y cuidar una marca. El rebranding es lo que nos toca hacer si existe un porqué estratégico para el cambio.
Sin duda, la marca es el activo más importante de cualquier empresa. Es el epicentro, el núcleo, el identificador por excelencia. El objetivo, por tanto, es ser una marca que marca. Para ello, es importante que esté en constante monitorización. De este modo, podremos poner encima de la mesa los motivos que indiquen que todo está bien o, por el contrario, los pains que indiquen que algo crítico debe cambiar.
Hay varios motivos que empujan hacia un proceso de rebranding, lo que implica cambios en la marca. Un nuevo enfoque de mercado, una mala percepción de la marca o una actualización de su identidad visual por quedar obsoleta o adecuarla a tendencias como el ecodiseño son algunos de estos motivos. También, por qué no, cuando se dan procesos de fusión, adquisición o internacionalización. Pero, insisto, lo importante es tener un porqué estratégico.
Así, sin duda, Jorge V fue un gran estratega, no sé si tanto en la guerra, pero desde luego, sí, en lo que a impulsar su propia marca se refiere.