Un informe de las universidades de Colorado Riverside y Texas Arlington estima que cada imagen generada por inteligencia artificial consume entre 2 y 5 litros de agua.
La irrupción de la Inteligencia Artificial en las redes sociales ha generado tendencias innovadoras, desde la creación de videos hasta narraciones automáticas y la generación de imágenes. Sin embargo, esta última ha desatado un debate global luego de que el pasado 25 de marzo, OpenAI lanzara una versión actualizada de su generador de imágenes. Los usuarios descubrieron que la herramienta podía replicar con alta fidelidad el estilo de animación de Studio Ghibli, lo que desató una avalancha de creaciones inspiradas en la icónica productora japonesa.
El fenómeno se volvió viral de inmediato, inundando las plataformas con imágenes al estilo de «El viaje de Chihiro», «Mi vecino Totoro» y «La tumba de las luciérnagas», entre otras. Esta tendencia provocó un colapso en la versión gratuita de ChatGPT, ya que la demanda de generación de imágenes superó la capacidad de los servidores. En respuesta, OpenAI implementó límites en su servicio, restringiendo temporalmente el acceso a la herramienta. «Es muy divertido ver a la gente disfrutar de las imágenes en ChatGPT, pero nuestras GPU se están derritiendo», explicó Sam Altman, CEO de OpenAI, en su cuenta de X.
La reacción de la comunidad artística no se hizo esperar. Mientras algunos vieron en esta tendencia un homenaje a Studio Ghibli, otros expresaron su rechazo, reavivando el debate sobre el impacto de la IA en la creatividad humana. Se recordó una declaración de 2016 de Hayao Miyazaki, fundador del estudio japonés, quien afirmó que considera la inteligencia artificial «un insulto a la vida misma» y se opone a su incorporación en el arte.
Más allá del debate creativo, también surgieron preocupaciones ambientales. Según estimaciones, en menos de una semana se consumieron 216 millones de litros de agua para mantener operativa la infraestructura de generación de imágenes por IA. Los centros de datos que procesan estas solicitudes requieren sistemas de refrigeración intensivos, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre la sustentabilidad de estas tecnologías. El Departamento de Energía de EE.UU. calcula que hasta el 40% de la energía utilizada en estos centros se destina a la refrigeración.
Para mitigar el impacto ambiental, algunas empresas han comenzado a implementar sistemas de enfriamiento más eficientes y a utilizar aguas residuales tratadas. Además, organismos como la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. han propuesto regulaciones para reducir el consumo de agua en estos centros. El futuro de la IA dependerá de cómo la industria equilibre la innovación con la sostenibilidad, un reto clave en la era digital.