El festival de cine del conocido balneario entregó dos galardones al filme hablado en quechau y hecho en blanco y negro. Te contamos más en este post.
El cine peruano brilló en el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (Ficviña) con la película Samichay, en busca de la felicidad, donde obtuvo dos galardones: Premio Universidad de Valparaíso a Mejor Director de largometraje de ficción y el Premio de la Crítica Especializada.
La cinta, que mezcla lo experimental con el contenido filosófico en un marco ancestral, fue grabada enteramente en quechua y sus imágenes son en blanco y negro. Está firmada por el realizador Mauricio Franco Tosso.
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Con estos premios, el largometraje continúa con el exitoso camino que inició en el Festival de Cine de Lima PUCP, donde logró la mención de honor a ‘Mejor Ópera Prima’ y ‘Mejor Película Peruana’ del 2020. Ese mismo año se coronó en el Festival de Cine de Málaga, España, donde obtuvo la Biznaga de Plata a Mejor Director, en la sección ZonaZine. Asimismo, ha participado en el Neighboring Scenes: New Latin American Cinema, del Lincoln Center, recapituló una nota de la agencia Andina.
“Estamos sumamente contentos por este nuevo reconocimiento al gran trabajo colectivo que hemos realizado con gran entusiasmo y amor por el Perú. Es lindo que el cine nacional sea valorado y esté compitiendo en la gran vitrina internacional”, dijo a Andina el director de la cinta.
La película cuenta la historia de Celestino, un ermitaño, padre campesino, y su preciada vaca Samichay, quienes, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar e inmersos en la calma del mundo andino, emprenden un viaje de autodescubrimiento hacia el comercio y las diversas facetas de la vida.
Actúan Amiel Cayo, Aurelia Puma y Raquel Saihua. El filme también contó con la participación de campesinos de las ciudades cusqueñas de Quispicanchi y Canchis, donde se realizó el rodaje.
Franco destacó que «más que contar una historia, queríamos crear y contar sensaciones a través del choque del mundo urbano y el rural, visibilizando la problemática de cómo va quedando obsoleta la vida en el campo, incluso el idioma quechua. Es un dilema con el cual personas de diferentes partes del mundo se pueden identificar”.