Cuentahílos

¿Es lo mismo perder que rechazar a un cliente?
De cualquiera de las dos maneras sucede lo mismo: no se le tiene como cliente, pero la diferencia está en que, en el primer caso, la pérdida puede deberse a diversos motivos del propio cliente o a errores nuestros (generalmente, bastante más de uno). No aceptar trabajar para un cliente, implica una decisión personal nuestra, que puede tomarse también por diversos motivos, como el de tener algún compromiso con la competencia, o no estar de acuerdo con alguna de sus proposiciones o exigencias.
De este último caso, tengo una anécdota personal que quiero contar…
Era yo director creativo de una agencia de publicidad y vino a nosotros un cliente, cuya marca sería después famosa, proponiéndonos que nos hiciéramos cargo de su publicidad. El primer trabajo que encargó fue hacer una fotografía de lo que él pensaba sería su segundo producto estrella (porque el primero había tenido mucho éxito). Este estaba dirigido a las amas de casa y era un producto para el cocinar diario; se hizo un “dummie” del empaque para la fotografía, se efectuó la toma para la transparencia que permitiera una óptima reproducción impresa y en reunión con el cliente, le mostramos el trabajo realizado.
Lo puso en la mesa iluminada y le proporcionamos un “cuentahílos” para que viera bien los detalles… Entonces se incorporó y nos dijo: “No, no… No es ají, sino ‘Ayí’. Es Ayí sin picante”.
Nos miramos y le dije que era ají y no “ayí” la palabra correcta, pero él insistió; terminó la reunión, pidiéndonos que corrigiéramos el “error” y yo, directo, fui a la oficina del gerente de la agencia, a contarle lo sucedido.
Se decidió no aceptarlo como cliente.