Foto: Mercado Negro
A pesar de ser un tema sobre el cual se viene hablando bastante últimamente, el llamado debranding o “desmarquización” como muchos han optado llamarle, no es nada nuevo. De hecho ya desde finales del siglo XX marcas como Shell o Nike parecían tener muy clara cuál era la estrategia que debían seguir de cara al futuro a juzgar por la excesiva simplicidad que empezaban a mostrar sus logos, quizá uno de los aspectos que más salta a la vista cuando se habla del tema y sin duda uno de los rasgos que más distinguen hoy en día a varias marcas importantes en términos visuales y de identidad.
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¿Pero qué es lo que buscan las marcas con esto y de qué se trata exactamente el debranding?
Básicamente se trata de una estrategia, que al igual como ha ocurrido en los últimos años con el marketing de contenidos o el llamado branded content (contenido producido por la marca), trata de mostrar una imagen distinta de las marcas y evolucionar al mismo tiempo que el consumidor lo ha hecho.
En cierta forma ambos podríamos considerarlos como formas distintas de responder a uno de los más grandes desafíos a los que estas han tenido que enfrentarse en los últimos tiempos: el de lograr conectar con el consumidor y con audiencias cada vez más esquivas.
Así mientras el branded content apela a las emociones y a los valores asociados a la marca para lograr conectar con la audiencia, en el caso del debranding se busca hacer que la marca pase a un segundo plano y deje de asumir el protagonismo para que sea el consumidor quien pase a ocupar ese lugar y así conseguir esto.
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Desde una perspectiva visual esto implica para las marcas mostrarse de una forma mucho más discreta y sutil si se quiere, pero sin llegar al extremo de desaparecer por completo. No obstante como lo veremos más adelante, el debranding tiene un significado mucho más profundo para las marcas que trasciende y va más allá de la imagen.
Antecedentes
Tanto el debranding como el branded content nacen como resultado de la poca receptividad que empiezan a tener las marcas y de la pérdida de efectividad que empezó a tener la publicidad tradicional años atrás.
En un entorno saturado de mensajes y anuncios que en la mayoría de los casos lo único que buscaban